
Me dio mucha pena, como persona y profesional, leer en diarios locales y nacionales artículos de opinión verdaderamente nefastos, donde mujeres reducían el rol de la presidente al de una viuda bipolar que no podría seguir conduciendo el país, o periodistas que en otro momento supieron ser referentes de la opinión pública y hoy sus trazos los define un empresario enfrentado con el gobierno nacional y sospechado de negociados non sancto con la dictadura.
Al margen de esos textos que por suerte yo no me los digiero así nomás, como periodista con 14 años de ejercicio debo reconocer que los últimos siete años han sido los más prósperos del país y un mejor detalle de esto da Mempo Giardinelli en una nota publicada por estos días en Página 12 (ver).
Yo a Néstor y Cristina los conocí en una nota relámpago que les hice cuando K era candidato a presidente allá por el 2002 cuando en la Argentina los presidentes duraban horas. El tipo, desconocido para muchos, arriesgaba el pellejo para meterse en medio de un incendio. Fue bombero de este país y demostró que la memoria sigue vigente y no sólo hizo retirar los cuadros de la Esma sino que bregó y logró que se reabrieran los juicios a los militares.
K tuvo logros y desaciertos, como cualquier, como todos, pero lo que me marcó fue el hecho que se metiera con la ley de medios.
Cuando en 1994 empecé a estudiar comunicación en la Universidad Nacional de Cuyo, ya se militaba para cambiar la ley de medios que había sancionado una sangrienta dictadura.
Durante muchos años consulté a los legisladores mendocinos qué pasaba con los proyectos para modificar la ley y en momentos de mucha sinceridad me supieron reconocer que era imposible hacer algo con el lobby de Clarín para que nada cambie.
Con los años me fui convenciendo de que nada cambiaría y entre la mierda que dejó la dictadura y la concentración que permitió el menemismo los medios de comunicación seguiría sometiendo a la opinión pública y condicionando gobiernos. La dictadura de los medios estaba vigente.
K y Cristina se animaron a meter las patas al barro y quedar enterrados hasta el cuello para enfrentar a ese eje de poder. Y con una ley progresista, la que seguramente es mejorable, demostraron que se podía y que la política volvía a retomar el control del país.
El giro que hicieron en Canal 7 Argentina, la apertura del canal Encuentro y ahora del canal para chicos Pakapaka son señales que demuestran que hay un proyecto de país más educado, donde los pibes puedan entender que hay una cultura de trabajo y que se deje de lado la tinelización de la vida cotidiana donde lo único que vale son los escandaletes, los culos y las tetas.
Ahora está por nacer mi hijo, el segundo, y sé que se va a criar en un país que está proponiendo nuevas reglas de juego más acorde con las aspiraciones que yo tenía y que supuse que nunca iban a dejar de ser una utopía.
No me voy a hacer kirchnerista porque murió Néstor pero voy a seguir trabajando y dejando trabajar a los que han puesto en marcha esta patria mía que la estamos pariendo, como a mi hijo.