
El fenómeno de la obesidad dentro de la fuerza policial es una problemática que se da en todo el país y el mundo para consuelo de los uniformados neuquinos que a partir de ahora, alrededor de un millar, deberán hacer actividad física según anunció el jefe de la policial local Juan Carlos Lepén (
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La mejor imagen de un policía la regala Matt Groening con el poco lucido jefe Gorgory a cargo de la seguridad de Springfield, ciudad donde se desarrolla la trama de Los Simpson. Tan bien sienta este estereotipo que todos los integrantes de la policía, en distintas latitudes, han decidido adoptarlo.
Veamos. El 95 por ciento de los 350 uniformados que cuidan al municipio de Fresnillo en México padecen de obesidad, estrés, gastritis, colitis, tabaquismo, alcoholismo, y se ha admitido que esporádicamente uno de cada 20 ha consumido drogas, de acuerdo a una investigación realizada por El Sol de Zacatecas.
En el Reino Unido, informa el Daily Telegraph, los policías son tan obesos que las autoridades les han pedido expresamente que no transporten más de un detenido por móvil. Esto se debe a que los policías junto con su panza, el equipo y las armas rozan los límites de carga permitido de los patrulleros. En caso de sobrepasar el límite de peso la cobertura del seguro no se hace cargo si sucede un accidente.
Un poco más acá, en la vecina provincia de Mendoza, se lanzó un programa similar al neuquino para mejorar la condición física de los agentes de seguridad.
La gordura de la policía neuquina afecta como mínimo a unos 1.000 efectivos que realizan tareas sedentarias, o sea administrativas, y más allá de la propuesta de Lepén de ponerles los cortos y hacerlos adelgazar nada parece haber cambiado puertas adentro de las dependencias.
El miércoles entré a una comisaría y mientras dialogaba con el titular de la dependencia, una oficial entró y le pidió prestada la corbata. Mi curiosidad pudo más por lo que le consulté por la finalidad que le daría a dicha prenda. “Es para curarle el empacho a un compañero”, más allá de la indigestión del policía y las risas, el comisario remató la escena asegurando que “a ese decíle que le afloje a la torta frita”.
Para muestra basta un botón.