sábado, 19 de julio de 2008

Dignidad

Su cara pétrea está en nada. Es un rostro en blanco con una mirada distante, recia, indistinta. Lo que le queda de dignidad lo mantiene firme, erecto. Es un sobre esfuerzo el que hace por seguir en pie mientras transita entre seres indiferentes que no alteran su sombrío existir.
Respirar, de eso se trata, de seguir respirando, se dice para sus adentros mientras a un paso le sucede otro y los recuerdos fluyen por los poros como el sudor frío que adelanta un desvanecimiento.
Un perfume que viene de lejos traído por el zonda de un agosto que recién se inicia, ingresa por sus fosas nasales y se dirige directo a su memoria. El corazón se contrae y sus ojos se inyectan en lágrimas y de nuevo la dignidad sale a frenar lo que podría transformarse en una ridícula escena de un hombre que se quiebra y rompe en llanto desconsoladamente en medio de transeúntes que sólo lo mirarán al pasar.
Pero la dignidad hizo de las suyas y evitó que todos los flashes que pasaron por su cabeza lo resquebrajaran aún más.
Respirar y resistir ¿hasta cuándo?, se pregunta mientras ve como todo un logro el haber sobrevivido a un día más de trabajo, de explotación, de humillación para llegar a su casa a sabiendas de que ella ya no está y que jamás volverá.

Agosto 2006

sábado, 5 de julio de 2008

Finales

Todos sobrevivimos a los finales, no es que sea una verdad absoluta pero probabilísticamente los desenlaces no se llevan a tantos por lo que no es necesario andar dramatizando.
Basta con ver cuantos han salido con vida de un cine, de un teatro, de un libro, de vos o de mí. Por lo que estoy convencido que este es otro de los tantos finales que superaré respirando, leyendo y viendo clásicos del cine.
“Las frustraciones siempre son mayores que las expectativas” me anunciaste la noche en que nuestros cuerpos terminaron encendidos y enredados entre el sofá y la mesa.
Poco antes, recuerdo, hablaste de seguridades, de proyectos, de viajes, de hombres y de disfrutar lo que en ese entonces había. Fluyeron mensajes, besos en la boca, besos infinitos, múltiples sensaciones y desafiamos el suceder de las horas entre manzanas y cigarros.
El hechizo se diluyó y lo supe antes de que lo anunciaras porque tengo esa maldita capacidad de presentir los desenlaces. En fin, tu sombra ya se ha retirado y el fantasma que me anida yace sin aliento con los ojos en el techo.
Descuida todavía sigo respirando.

Agosto 2006

El dedo



Impávido el hombre siguió con su mirada la dirección que marcaba el pequeño dedo. No cabían dudas, porque ese índice no las ofrecía. Estaba erecto, firme como si hubiese sido esculpido en cemento. Cuando los ojos adultos avizoraron los cadáveres de la mujer y del niño que yacían boca abajo dentro del tanque australiano, fue entonces que el dedo rompió en temblores para unirse al resto de sus pares y cubrir las lágrimas que surgían a borbotones. ¡Huérfano!, le dirán al propietario del índice, otros dedos ajenos meciéndose.